Milhojas

¿El trabajo manual está aun asociado a nuestra sobrevivencia como especie?
¿Cuánta manualidad queda invisible en nuestro contexto hiper tecnológico?
¿Qué posibilidades tenemos en nuestras manos y en sus mil formas de Ser?

«Milhojas» es una intervención de sitio específico que transforma el hall central del Palacio Consistorial de la Municipalidad de Valdivia, Chile, con la presencia de 1.000 hojas de ñocha (Phormium tenax) que esperan terminar su secado. Esta planta, originaria de Nueva Zelanda y conocida como pita o manila, llegó al sur de Chile con los colonizadores y se entrelaza con las ñochas nativas como el chupón, utilizadas tradicionalmente en la cestería mapuche.

«Milhojas» cuenta con el financiamiento del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (FONDART) 2024 y con un fondo CONARTE 2024 de la Corporación Cultural de la Ilustre Municipalidad de Valdivia para la impresión de un libro-arte que documenta el proyecto que se lanza a fines de enero 2025.

 

Conectar.

Este trabajo se genera a partir de un deseo de conexión con el entorno vegetal y la manualidad artesanal que marcan el inicio de un proceso de aprendizaje en prácticas asociadas a las plantas y fibras vegetales en este particular lugar del mundo. Fue acompañado inicialmente por Teresa Parada y Magdalena Contreras en tutorías en propagación de plantas que se tejen y técnicas de cestería de entramado en sauce mimbre, boqui colorado y ñocha. Con estos conocimientos básicos se desarrolló un proceso de recolección en diversos lugares dentro y fuera de la ciudad de Valdivia. En paralelo comenzó una experimentación material inspirada en estas ancestrales técnicas y en sus inmersivos procesos de recolección y procesamiento artesanal.

 

Teresa Parada. Experta en propagación de plantas que se tejen.

Magdalena Contreras. Maestra cestera

Rosa María Salazar. Comunidad autónoma de Pu txayen donde se encuentra la Ruka escondida y la @laollaencantada de Rosa quien plantó y donó las ñochas. Este proceso de Recolección fue acompañado por la Fundación Estudio de Campo

Llampier Robles, miembro del directorio de la Corporación de Desarrollo del Parque Urbano Catrico, quien facilitó la recolección de plantas en el parque

Manipular

Esta gran presencia efímera emerge de miles de gestos animales y colectivos mediante un proceso de desfibrado de las hojas, es decir, puro potencial previo a ser tejido. En mingas de cestería se desfibró el material plantado y donado por Rosa María Salazar, donde se desplegó el potencial comunitario vinculado al trabajo manual. Fibra por fibra, con uñas, dedos y rudimentarias herramientas, alrededor de cuatro mil hojas fueron procesadas y acariciadas durante muchas horas, entre conversaciones y compartidos silencios.

Mingas de desfibrado del material: Valentina Inostroza, Rodrigo Jara, Renate Benner, Claudia Salinas, Elisita Punto Balbontín, Nono Nolberto León, Antonio Barahona, David Perez, Katherine Salazar, Gerdhard Jessen, Catalina Cortés, Pedro Andrade, Juan Pimentel, José Pepe Araya, Dominga del Campo, Jan Paschke, Mabel Rivera, Tomás Salinas, Cristián Velasco, Joaquin Velasco, Isabel Rivera, Verónica Gonzalez, Miguel Guerra, Daniel Pantoja, Cata Pantoja, Pablo Iriarte, Agnetha Godoi, Cata Guzman y Carmencita Rivera.

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Habitar

La apuesta por habitar temporalmente un espacio público significativo de la ciudad encuentra su lugar en el Palacio Consistorial de la Municipalidad de Valdivia. Con el pretexto de secar ochenta kilos de fibra vegetal, se intervine un edificio polémico y aun por descubrir. Diseñado en 1959 por la primera arquitecta moderna valdiviana, Ángela Schweitzer, este espacio guarda las ambiciones de una arquitectura que pretendía cambiar la vida de las personas atendiendo a las necesidades por sobre los lujos. En este sentido se invita redescubrir este lugar como un nido público útil y simbólico, poroso con su entorno y también a reconocer su enorme potencial para la exhibición artística y apropiación ciudadana.

Tramar

Este material vegetal servirá para dar inicio a un club de cestería experimental en la ciudad, con el objeto de promover y preservar el trabajo manual con fibras, apostando al impacto que estas inteligencias, técnicas y tramas afectivas, que derivan de estas prácticas ambientales, puedan generar en esta particular ciudad humedal.